Cuando se piensa en un proyecto de obra nueva o de reforma, siempre hay uno o varios motivos para ponerlo en marcha. Son éstos los motores principales para que una obra llegue a realizarse. Un proyecto puede llegar a girar en torno a una sola idea y tomar cuerpo en pos de su consecución. Su relevancia puede ser tal, que si el motivo o idea desaparece, el proyecto se abandona porque entonces el resto de consideraciones carece de sentido.
Pero también es cierto que, una vez el proyecto arranca, empiezan a surgir otras ideas derivadas de la inicial. Aparecen necesidades a resolver que ni siquiera se sospechaban. También surgen oportunidades ocultas, que se revelan de manera impensada. Ahí es cuando hay que poner atención y activar el «chip prodigioso»:
el del sentido común.
A modo de ejemplo, os muestro un pequeño proyecto de reforma en un edificio de oficinas que comienzó con una idea y remató aprovechando una de las oportunidades que nos ofrece el mercado actual de la construcción. Os explico:
Se habían detectado averías en algunos de los equipos exteriores de climatización ubicados en la azotea del edificio. Alguna de estas averías, según los técnicos de reparación, habían sido debidas a las altas temperaturas a las que se ven sometidos estos equipos a la intemperie.
La idea inicial, el motivo principal del proyecto de reforma era pues, evitar la radiación directa sobre las máquinas, aunque manteniendo su aireación. Esta medida servirá para prevenir futuras averías y mejorar el rendimiento de las máquinas. Y para ello se diseñó una pequeña pérgola de aluminio que se cubriría con brezo en la época estival para aportar sombreo.
Y ahora viene la parte del «chip prodigioso»: ¿Y si para sombrear en lugar de brezo utilizo paneles solares fotovoltaicos (FV)?.
Conseguiría el objetivo inicial y además, un aporte de energía eléctrica gratuita para el funcionamiento del edificio. La oportunidad a considerar consistía en aprovechar los 24 m2 de pérgola para instalar paneles FV, conectados a la red sin almacenamiento, por lo que se comprobó que toda la electricidad que se podía generar era consumida:
Con el aprovechamiento del 100% de la energía producida, se pudo estimar un ahorro anual de gasto en electricidad de 5.227 Kwh o, unos 700,00€ en términos económicos. A partir de aquí, sólo es necesario establecer el sobrecoste de esta solución para cubrir la pérgola frente a otras, a fin de establecer el período de amortización de la mayor inversión:
Sobrecoste (€) / 700,00€ = Nº años de amortización.
Período a patir del cual, este edificio obtiene gratis y directamente del sol parte de la energía que necesita para funcionar. Esto es aplicar el chip del sentido común.
Y es que actualmente, además existen varios factores que animan a decantarse por una solución de paneles FV:
- Mejoras tecnológicas. Existen ya en el mercado productos muy avanzados como los paneles flexibles y ultraligeros, que pueden ser colocados sobre cualquier soporte existente, incluso sobre fachadas verticales. La eliminación de un soporte específico y su rapidez de instalación han hecho disminuir notablemente los costes.
- Cambio de leyes. Hasta hace muy poco, seguían vigentes los llamados «impuestos al sol», que hacían inviables muchos proyectos de energía fotovoltaica. Parece que el chip del sentido común se va imponiendo y las leyes, poquito a poco están cambiando: se ha pasado de penalizar el autoconsumo a fomentarlo e incentivarlo como no puede ser en de otra manera en un país que, como el nuestro disfruta de tantas horas de luz solar.
En definitiva, tanto si eres empresa como particular, si tienes una idea o varias que te motivan a poner en marcha cualquier tipo de obra, cuenta con mi ayuda para activar el chip prodigioso del sentido común y sacar más partido del que en un principio se pudiera esperar.